10
Jun
2016
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La disolución de maya, o la corrección de la percepción

Vemos aquello en lo que creemos. Es más: sólo podemos ver aquello en lo que creemos. Por lo tanto, si vemos sufrimiento, si vemos muerte, si vemos víctimas… es porque creemos ello.

¿Qué significa, concretamente, creer en ello? Significa que nuestra mente alberga el pensamiento de que el sufrimiento, la muerte, las víctimas existen, son reales, son posibles.

Sin embargo, todo aquello que pueda cambiar, que pueda desaparecer, que pueda disolverse ante la luz de la conciencia, no es real: es ilusión, es maya.

¿El cuerpo va a desaparecer? Sí. Entonces, el cuerpo es una ilusión. No es real, no forma parte del Ser, no es lo que soy.

¿El enfado se puede transformar, si lo observo sin juzgarlo y lo comprendo? Sí. Entonces, el enfado es una ilusión. No es real, no forma parte del Ser, no es lo que soy.

¿El amor puede desaparecer si lo observo sin juzgarlo y lo comprendo? No (al contrario: cuanto más lo observo, más lo siento, más crece en mí). Entonces, el amor es real. Forma parte del Ser. Es lo que soy.

Lo único real es lo que nunca va a cambiar, nunca va a degradarse ni desaparecer: el amor. Todo lo demás (y esta es la mejor noticia que recibiremos en nuestra vida) es ilusión, no es real, y por lo tanto puede desaparecer… va a desaparecer.

Y lo hará cuando corrijamos la única idea equivocada, de la que se derivan todos los demás errores de nuestra mente: la negación de que somos amor, y sólo amor. Esa negación ha dado lugar a la creencia en la separación, que es el origen del sistema de pensamiento al que llamamos ego.

Del ego se deriva todo el sufrimiento… de una idea equivocada, que puede corregirse.

El Yoga constituye una ayuda muy efectiva en la corrección de esta idea equivocada. Sabiamente, se vale del cuerpo (en lo que podemos creer, porque podemos tocar) para hacernos experimentar lo que realmente somos, que no es ese cuerpo…

Con inmenso respeto por nuestros tiempos y nuestra realidad actual, va llevando suavemente nuestra mirada en la dirección correcta: de afuera hacia dentro, de lo burdo a lo sutil, del error que se esconde detrás de cada sufrimiento a la verdad del amor… del ego al Ser.

Esta corrección en nuestra mente del único error (la negación de lo que somos) provocará necesariamente un cambio en nuestra percepción. Y así, seremos capaces de ver pedidos de amor donde antes veíamos violencia, ataques, víctimas. Podremos entonces responder a ese pedido, no ya con juicios de valor, sino con el amor que ahora sabemos que somos, y que crece cuando se comparte.

Lorena Miño

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