25
Mar
2016
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Equilibrios entre el cuerpo y el carácter

Hay cuerpos que dicen “tengo que ser”, nunca han podido ser quien realmente son ya que tuvieron que cumplir.
Utilizados por los padres o puestos por la dinámica familiar en un lugar que no les corresponde.
Cuando los miras ves que viven “un como si”.
Personas con la energía hacia arriba, hacia la cabeza, cuerpos frágiles de cintura hacia abajo con poco contacto con la realidad y el mundo.
Cuerpos aparentemente fuertes que apunto de tropezar temen caer, buscan ser queridos por lo que hacen y niegan lo que sienten ya que es tristeza y rabia.
Personas que necesitan diferenciar los asuntos que no son suyos, mirar a los padres y decir esto es tuyo, me enfade, esto me causo dolor, aquí te encontré a faltar.
Poder decir te quiero , poder escuchar te quiero.

Hay cuerpos que dicen “no puedo ser”, personas que saben quien son y conocen sus impulsos pero que tuvieron que someterse o humillarse, no pudieron protestar y hoy simplemente se quejan sordamente.
Cuando los miras tienes la impresión de que van a explotar. Viven atrapadas en la contradicción de quien cree que amar es someterse, ya que tuvieron que someterse y ocultar sus emociones para ser amados por sus padres.
Son cuerpos hipertensos, sobrecargados contraídos con la etiqueta “yo lo aguanto todo, yo puedo con todo”
Son personas que necesitan mirar hacia la vida para salir de la paradoja amor-odio que vivieron en su sistema familiar.
Son cuerpos que necesitan ser relajados, personas que necesitan saber que la vida les cuida y que pueden dejar de reprimirse, que en la vida hay un lugar para ellos tal cual son.
Personas que deben dejar de mirar a sus padres y mirar a la vida. Buscar y ofrecer un tú a tú en la relación.

Hay cuerpos viga, rígidos por dentro.
Cuerpos de perfeccionistas, perfeccionadores que buscan los problemas en los demás. Personas cuyos padres les dejaron sin seguridad al no ofrecer límites claros. Hijos que ocuparon el lugar de sus progenitores creyéndose más grandes, y simplemente no tuvieron el goce de ser pequeños al amparo de sus padres.
Hay cuerpos cáscara, rígidos por fuera. Cuerpos de perfeccionistas que se autoperfeccionan. Personas que sabiéndose con defecto llevan una doble vida y ejemplifican. Personas que se sintieron decepcionados por papá o mamá y afirmaron «yo soy mejor».
Aflojar el cuerpo, soltar el aire y relajar la mirada ante los padres, es la única forma para sentir el apoyo de nuestros ancestros.
Buenas noticias.Es decisión nuestra el apoyarnos en la seguridad verdadera de nuestro sistema o seguir en la falsa seguridad egoica de la rigidez en nuestro cuerpo.

Hay cuerpos como máquinas, activos, de alto rendimiento.
Personas que no pudieron tomar del cuerpo de su madre la tranquilidad y confianza en la propia existencia, en la vida. Personas que al no tomar de la madre quedan expuestas a la continua acción, obteniendo y dando un pseudo amor.
Hay cuerpos pasivos, inalterables, laxos. Personas que no pudieron tomar del cuerpo de su padre la confianza en la capacidad de ir hacia la vida y nutrirse de sus frutos. Personas que al no tomar del cuerpo de su padre quedan expuestas al continuo victimismo y desconfianza en el amor.

Amar el cuerpo de los padres en el propio cuerpo, reconocer y honrar lo que tenemos de ellos en nuestro organismo es empezar a tomar de ellos en el ahora aquello que antes fue difícil.

Javier Muro
www.locorporal.com

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