La doma del toro: VIII Ambos, el toro y mi mismidad trascienden
La Doma del Toro (buey o búfalo). Las diez etapas del despertar
Látigo, soga, mismidad, y toro, todo llega a “no-ser”.
Este cielo tiene tal amplitud que ningún término puede abarcarlo.
¿ Como puede existir un copo de nieve en un fuego ardiente?
Aquí hay huellas de patriarcas.
Comentario:
La mediocridad ha desaparecido.
Mente libre de limitación.
No busco ningún estado de iluminación.
Tampoco hago nada, permanezco donde no existe ninguna iluminación.
Desde que deambulo sin condición alguna, las miradas no me pueden ver.
Aunque mil pájaros alfombraran con flores mi camino, la alabanza no tendría sentido alguno.
• ¿En qué se convierten los copos denieve cuando caen en el corazón de la llama? en nada. Ya no queda nada, ni camino, ni toro, ni campesino, ni búsqueda. Ya no hay un yo, se ha trascendido todo dualidad. Decir “nada” todavía es un concepto. Lo que se quiere decir es que no hay ninguan categoría para distinguir ese estado. Es la Vacuidad sin forma. Pero ese vacío no es un vacío estéril, es un vacío fértil. No hay nada sólido pero está preñado de potencialidad. En su seno contiene las infinitas posibilidades. Todo nace en ese vacío y todo vuelve a él.
Tú ya no eres alguien que vive la experiencia, sólo hay experiencia. No hay nada, no hay tiempo. Es el tiempo eterno pero no en el sentido de que no acaba nunca sino que está más allá del tiempo, en lo atemporal. Desde ahí la vida fluye. Ya no te peleas con ella, ya no estás en el sueño. Ya no hay confusión. No puedes decir que eres éste, que tienes tal cualidad. No hay nada que ganar o perder. No estás condicionado por tu cuerpo, por tus sensaciones, por tu cultura, por tu mente, por tus recuerdos. No hay nada de eso porque has comprendido que todo Yo no es más que la ilusión en el juego divino. El Yo era la flecha de la evolución, era el pegamento de una mónada, era el vehículo de la conciencia pero también era el último nudo ilusorio.
No podemos hablar todavía de iluminación porque este estado es el preámbulo del estallido de la conciencia. El desprendimiento del Yo, la noche oscura del alma, y aquí, no hay experiencia ni santidad. Pero, cuidado, no te apegues a esa vacuidad porque puede ser una guarida, sutil, silenciosa e infinita pero, al fin, algo que te puede atrapar. Tienes que soltar todo lo que puede resultar cómodo. Si uno pregunta quién soy yo, sólo el silencio puede articular una tímida respuesta.