Personas Espejo
La vida te pone delante justo lo que necesitas para aprender y seguir haciendo camino.
Te pone situaciones, conflictos… y te pone personas… personas espejo, personas reflejo de lo que aun queda por aprender de uno mismo… a más dolor, mayor evolución… bienvenido el sufrimiento que te permite avanzar por el camino de la vida.
Personas que te abren el corazón para sentir lo que tu mismo en el pasado, permitiste sentir a otras personas.
Agradecer a esa persona presente, a esa reina de la ayuda, su neurosis sin maldad, su neurosis inconsciente, la increíble, pero cierta semejanza, con la propia neurosis, que desde el dolor más agudo y penetrante, profundo y sin consuelo posible, reabre antiguas cicatrices, para así poder verlas, sentirlas y padecerlas, para así poder sanarlas y trascenderlas. El dolor que te abre a la compasión, al acompañar verdaderamente el sufrimiento del otro, a través de sentirlo en la propia carne, desgarrando tus propias capas de apatía, frivolidad e inconsciencia, esas que dañan a los otros.
Descubrir “sus” (que a la vez son “tus”) estrategias egoicas, sus manipulaciones encubiertas, su seducción… descubrir que eres alimento de un ego feroz y hambriento… hambriento de atención, de “mírame, estoy aquí”, de quiéreme, admírame… capaz de cualquier cosa para sobrevivir emocionalmente a un abandono de la infancia, a un desprecio, a un doloroso “no te veo”.
Seducir en la sombra, a escondidas incluso de si mismo… y cuando el seducido reúne la fuerza y la claridad para darle al “interruptor” y llenar la estancia de luz, y convertirse así en espejo del espejo… el seductor ingrato y enmascarado, sin poder soportar su reflejo, huye a su cueva, malherido. Huye, desaparece de la vida del seducido, dejando a este en un espinoso vacío.
El seductor podrá entonces en su retiro, justificarse a si mismo lo que deslumbró por unos instantes, y una vez recompuesto, volver a salir al mundo en busca de nuevas presas.
El seducido transitará por un infierno de gemidos, lágrimas y desesperanza.Todo lo que empieza, acaba. Lo único que no acaba, es lo que siempre estuvo. Así que ese infierno acabará, se irá también su sensación de haber sido usado y tirado, de haber servido de alimento a un “animal” que siempre tiene hambre, de haber confundido el estar enamorado, con el haber sido manipulado.
Fortalecido y renovado, habrá vencido al seductor, al de afuera y al suyo propio. Habrá aprendido que jugar con la vida de los otros, es jugar con su propia vida. Habrá aprendido que todos somos lo mismo, que mi dolor es tu dolor, y el tuyo, mío.
GRACIAS a todos los seductores, que con las tretas de sus egos, permiten a los seducidos ganar en consciencia, bondad y alegría.
PERDÓN a todos los seducidos, a aquellas personas que sirvieron de “comida emocional” a los famélicos, raquíticos y penosos seductores, en algún momento del pasado.
Jaume Xicola