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Oct
2015
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Cuento: Dayoub, el criado del rico mercader

Érase una vez, en la ciudad de Bagdad, un criado que servía a un rico mercader. Un día, muy de mañana, el criado se dirigió al mercado para hacer la compra. Pero esa mañana no fue como todas las demás, porque esa mañana vio allí a la Muerte y porque la Muerte le hizo un gesto.

Aterrado, el criado volvió a la casa del mercader.

‘Amo’, le dijo, ‘déjame el caballo más veloz de la casa. Esta noche quiero estar muy lejos de Bagdad. Esta noche quiero estar en la remota ciudad de Ispahán’.

‘Pero, ¿por qué quieres huir?’.

‘Porque he visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho un gesto de amenaza’.

El mercader se compadeció de él y le dejó el caballo, y el criado partió con la esperanza de estar por la noche en Ispahán.

Por la tarde, el propio mercader fue al mercado y, como le había sucedido antes al criado, también él vio a la Muerte.

‘Muerte’, le dijo, ‘¿por qué le has hecho un gesto de amenaza a mi criado?’.

‘¿Un gesto de amenaza?’, contestó la Muerte, ‘no, no ha sido un gesto de amenaza, sino de asombro. Me ha sorprendido verlo aquí, tan lejos de Ispahán, porque esta noche debo llevarme en Ispahán a tu criado’».

Un cuento: “Dayoub, el criado del rico mercader”

En su libro Obabakoak (Ediciones B, 1997), el escritor vasco Bernardo Atxaga inserta (pp. 209-211) un relato breve titulado con el encabezamiento de este post, y recogido de una vieja tradición.

El desarrollo argumental del texto, de oscuro origen, es muy conocido en los ámbitos del dominio de lengua española desde que Borges lo popularizara en castellano bajo el título de “El gesto de la muerte”, traduciéndolo de un escrito de Jean Cocteau.

Ya en el siglo XIII, el poeta sufí (el sufismo era una doctrina religiosa, especie de panteísmo místico, de algunos mahometanos de Persia) Yalal Al-Din Rumi escribió un poema, “Salomón y Azrael”, con similar trama. También el poeta holandés Pieter van Eyck (1887-1954) utilizó el mismo asunto en su “El jardinero y la muerte”.

Finalmente, Atxaga lo transformó, adaptándolo a sus intereses narrativos, en el cuento “Dayoub, el criado del rico mercader”.

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