A menudo mi hija que es pequeña monta en cólera porque no encuentra el lápiz que estaba utilizando o el juguete que pocos minutos antes tenía entre las manos. Yo le digo que lo busque con tranquilidad pero no lo encuentra y la pataleta es de aúpa. ¿Dónde está el lápiz o el juguete? Adivinenlo, delante de sus narices.

Cuando el maestro zen le preguntó al discípulo qué ha pasado. El discípulo dijo, la bandada de pájaros alzó el vuelo, entonces le tiró fuertemente de la nariz. Es cierto que los pájaros volaron pero también que la brisa fluía, el atardecer brillaba, el lago estaba en calma, etc. Lo que tenía delante de las narices era la totalidad y nosotros la desmembramos al querer destacar un sólo aspecto.

A veces en nuestra vida cotidiana buscamos la relación de nuestra vida, nuestro amor, y sin embargo, la tenemos delante nuestro y no la vemos. No la vemos porque nuestra búsqueda está condicionada por patrones viejos, condicionamientos de nuestros padres, de las primeras experiencias, nuestros miedos y nuestros deseos. Es como el que busca un taxi negro y amarillo (como los que hay en Barcelona) en Madrid, no nos damos cuenta que los taxis allí son blancos.

Cuando queremos buscar algo, sea una experiencia o el mismo samadhi estamos poniendo precisamente barreras a la experiencia de completitud. La búsqueda puede suponer una constricción interna. Pensamos que allí fuera hay una experiencia extraordinaria que nos va a completar o nos instalamos en la experiencia meditativa buscando algo que no está en el momento presente. Y esa es la gran confusión.

La confusión reside en que cualquier experiencia por muy sutil y magnífica que sea siempre será una experiencia, algo que se percibe con los sentidos o con la mente. Y resulta que el buscador es el Testigo, el Vidente y por tanto no es la experiencia. Tú eres lo que sostiene a la experiencia pero no eres la misma. En definitiva, el buscador es lo buscado.

De la misma manera que los árboles, las montañas y las nubes están ahí porque hay un espacio que los contiene, las experiencias transitan porque hay un sujeto que no tiene forma que posibilita una forma concreta. En realidad todo es Uno pero la confusión del buscador es que no percibe la vacuidad que permite a la experiencia manifestarse.

Los pensamientos flotan en tu consciencia, las sensaciones invaden tu consciencia, las experiencias tiñen tu consciencia pero TÚ eres la consciencia.

Julián Peragón

Julián Peragón

Antropólogo. Escritor y Formador de profesores de Yoga y Meditación de la escuela Yoga Síntesis. Profesor del Master de Mindfulness y Organizaciones Conscientes en la UB.

Related Posts

Leave a Reply